14 noviembre 2010

La casa, la esquina, la cortada

La bautizaron cuando aún no existía; su destino fue no tener salida.
Por la curiosidad de una de sus casas, entramos en su historia.

Vista de la Cortada Angaco desde Treinta y tres Orientales a Muñiz (1993)
Cuántas veces habremos pasado por allí sin darnos cuenta que en Boedo existe una esquina sin ochava. Esta presencia no tiene otra razón que la de dar cuenta de sus años en la intersección de Muñiz y Angaco. Parecería mirarse en un espejo con la bicentenaria casa de Balcarce y Carlos Calvo, que vaya a saber uno porqué parece su gemela.

Se trata de una construcción de amplios frentes sobre ambas calles; las entradas numeradas están sobre Muñiz (1138/1140), donde hay dos puertas y una ventana. Por Angaco se observan vestigios de otra ventana, un ventanuco de hechura más reciente y otra puerta sin numerar.
Cerrada desde hace mucho tiempo, su aspecto exterior se presenta abandonado. Las aberturas están clausuradas; pero sobresalen –testigos mudos de la luz que debió bañarla- los alfeizares y umbrales del más puro mármol blanco. La línea de edificación sobre Angaco se interrumpe, introduciéndose en dirección a San Juan, formando un ángulo recto con Muñiz. En el vértice observamos una construcción semicircular y cónica en su parte superior, que ingenuamente podría suponerse como el fondo de un horno de pan que diera al interior de la vivienda.

Es una apariencia engañosa; simplemente se bloqueó el ángulo para evitar el amontonamiento de basura, o que el hueco se utilizara como excusado y, como una medida de seguridad, para que nadie pudiera ocultarse y sorprender a los transeúntes.
Esta vieja casa que pareciera abrirnos la puerta e invitarnos a recorrer esa callecita que a principios del XX se conocía como Segunda San Juan y que catastralmente presentó sugestivas curiosidades.
En 1873, cuando de Boedo al Oeste nuestro barrio era pampa, una resolución del Consejo Municipal le otorgó el nombre de Angaco (1),antecediéndola a su existencia, Porque es recién en 1904 cuando, a lo que posiblemente fuera una huella, se le adjudica definitivamente su nombre.
Transcurren los años, Boedo va creciendo y, hacia 1912 la encontramos como una angosta callejuela de tierra sin otra iluminación que la del sol, mientras que sus adyacencias adoquinadas contaban, o bien, con la moderna iluminación de gas incandescente, o bien kerosene común, o alcohol incandescente.
Para retratar mejor la fisonomía de la zona, digamos que el alumbrado público se interrumpía desde la calle Constitución hacia el Sur.
En 1916 descubrimos sus vaivenes. Abierta desde Artes y Oficios (Quintino Bocayuva), hacia el oeste, se cerraba unos metros antes de llegar a Muñiz, por la casa del nro. 1148 de esta última arteria.
En 1921 las autoridades edilicias decidieron comprar el área de terreno necesaria para la apertura del pasaje. Esto se concreta en 1923 cuando le compran al Sr.Guillermo Ostwald, 89m2 de superficie para realizarla. En la actualidad la casa de la calle Muñiz 1148 tiene un mínimo frente por esa calle, que es lo restante del terreno utilizado.
Hasta 1834, tenemos la certeza de que Angaco, se hallaba abierta en sus tres cuadras, pero curiosamente, una casa que actualmente ocupa el nro.1145 de Quintino Bocayuva(3), oportunamente la cerró en su otro extremo, como si la cortada estuviese destinada a recluirse en sí misma.
Vecinos que hoy serían casi centenarios, contaron muchas veces a los más jóvenes, que Carlos Gardel vivió en esa cortada, entre Treinta y Tres y Mármol y, recordaban como salía cada mañana acorrer por la calle Cochabamba, con la toalla alrededor del cuello. Se decía también que una novia suya residía por allí. El único dato que hemos podido confirmar es que, efectivamente, la novia de Gardel tenía su casa en Directorio al 500.El resto es un dato a corroborar.

Esta pequeña vía por la que apenas pasa un automóvil y cuya calzada acogió los juegos infantiles de tantos niños, estuvo apunto de desaparecer, cuando una ordenanza de 1971, decidió que la Autopista Central pasara sobre ella. Sabemos que eso no ocurrió.

Y allá está, con sus adoquines desparejos; remendada, con la cara cambiada por edificios nuevos; con el insólito almacén “La Alegría”(2) cerrado para siempre; con personajes nuevos y antiguos… Calladita, quieta…cargando tanta historia en sus veredas de cuatro baldosas; apenas verdeada por un yuyo malandrín

(1) Angaco: otras de sus curiosidades es la dicotomía sobre la elección del nombre que pudo haber sido motivado en homenajear al departamento del norte de la Provincia de San Juan; o en recordar el combate librado en 1841 en esa misma provincia entre fuerzas unitarias y federales.
(2) Estaba en el 4100 de Angaco,a mitad de cuadra en la acera norte. Aún puede verse su puerta y vidriera, pintadas de verde. Su dueño era un caballero, generoso, amable, antiguo obrero de frigorífico, llamado A. Luis Rey

(3) Funcionó, en esa construcción, por muchísimos años una escuela profesional. Seguramente el fin a que se destinaba, dejó sin efecto que cayera bajo la picota, para cumplir con la norma que hacía a Angaco, una cortada abierta en sus dos extremos.


© Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá

Versión para Internet del artículo publicado en marzo de 1993
*Este artículo se encuentra protegido por las leyes de derecho de autor, se prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización escrita de sus autores.
*La bibliografía y documentación que lo sustenta, puede solicitarse al correo del blog

 
Powered by Blogger